LA DESAPARICIÓN DE ROSA CREIDOR


Mariana Creimerman ha muerto. Rosa Creidor se extingue, como debe ser, por partes. Se niega a desaparecer del todo.

Eran tiempos en los que existía una revista llamada CARETAS que toreaba con humor todas esas frivolidades que hacen la cotidianeidad en una ciudad cortesana y novelera como Lima: la política es la primera de ellas y luego el arte, la cultura, el “acontecer nacional”, los sucesos de sociedad. Por entonces, setenta y ochentas, solíamos bromear con respecto a los personajes que aparecían primero en Ellos y Ellas y pasaban indefectiblemente, tarde o temprano, a la sección policiaca gracias a un crimen pasional o un laboratorio que hacía indiscreta explosión.

Es en ese ambiente privilegiado, con Manuel D’ornellas, Hildebrandt, Ampuero, Cortés (el popular “Casimiro Miranda”),  LAS como comentarista, Carrasco, Gorriti, Lévano, Tamariz, Elmore, Ackermann, Vargas, Ugarriza, Ezeta y tantos otros, entre ellos mi propio hermano Álvaro que falleció el año pasado y, desde luego, los Zileri y la inolvidable Doris Gibson, con un amplio abanico de gente brillante, que escribía y escribía bien, con estilo y con brío, a Coco Salazar se le ocurre inventar a Rosa Creidor usando la primera sílaba del apellido de los involucrados: ROjas SAlazar CREImerman DORnellas (Tomás).

Salazar, personaje extraordinario y pluma excepcional cuando se lo proponía, estaba a punto de morir desde el primer día que lo conocí. Vivía en estado de agonía, adolorido por una úlcera sangrante, amenazado por extraños fantasmas familiares, anunciando todos los días su inminente desaparición de este valle de lágrimas. Un par de veces hizo correr el rumor de su propia muerte. De tal manera que yo llegué a pensar que se trataba de una eficaz estrategia de longevidad y al fin de cuentas Salazar nos enterraría a todos. No fue así, murió el 8 de junio del año pasado con 68 años bien vividos. Fue el primero.

El lunes 26 nos enteramos de la muerte de Mariana. ¿Quién era Mariana Creimerman?

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